jueves, 2 de abril de 2009

El incomprensible amor de Dios (Parte II)

En la primera parte decíamos que Dios nos ama a través de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Decíamos además que el sufrimiento es camino hacia la intimidad con Dios...
¿Y por qué? porque cuando sufrimos nos humillamos: es en los momentos de dolor cuando reconocemos que no somos dueños absolutos de nuestra vida ni de la de los demás; es ahí cuando recapacitamos y nos percatamos que hay Alguien que tiene el poder sobre nosotros, sobre nuestra existencia... Alguien en quien vivimos, nos movemos y existimos (Hch. 17, 28). En otras palabras, cuando sufrimos mostramos apertura hacia Dios; más aún, cuando sufrimos es cuando más nos parecemos a Aquél que por nosotros murió en la cruz.

Esa es una de las razones por las que nuestros padecimientos no son arrancados súbitamente de nuestra vida -como quisiéramos nosotros-; más bien son un medio por el que Dios nos educa para que seamos perfectos como Él es perfecto (Mt. 5, 48), ya que el sufrimiento nos obliga a doblegarnos ante quien es TODOPODEROSO.

viernes, 27 de marzo de 2009

El incomprensible amor de Dios (Parte I)

Cuando pensamos en el amor de Dios por nosotros inmediatamente lo asociamos con todo aquello que es bonito, agradable, placentero... cuando estamos bien, nos "sentimos" amados por Dios. Más aún, cuando las cosas no andan bien, cuando pasamos por un dolor, un sufrimiento, pensamos que Dios se olvidó de nosotros, que no nos escucha...

Sin embargo, las Sagradas Escrituras nos desconciertan cuando nos dicen que Dios Padre entregó a su único Hijo para nuestra salvación (Cfr. Jn. 3, 16): El amor de Dios es oblativo, ya que no escatimó el sacrificio del tesoro inapreciable de su Unigénito. Jesús murió en la cruz por nosotros. La cruz de Jesús se nos presenta entonces como la mayor prueba de que Dios nos ama.